Cuando se trata de correr, puede que pienses que sabes qué tipo de zapatilla se adapta a tus necesidades personales. Pero, ¿lo sabe realmente? El mercado de las zapatillas de correr está inundado de numerosas marcas y tecnologías, lo que dificulta a los consumidores decidirse por una u otra. Pero, ¿qué es lo que importa cuando se trata de la zapatilla de running perfecta? En los años 80 y 90, la opinión general de los expertos era que una buena zapatilla de running debía amortiguar, proteger y guiar el pie. Debido a las grandes fuerzas que inciden sobre el cuerpo al correr, las empresas de calzado se centraron en la máxima amortiguación. Como resultado, las zapatillas se hicieron gradualmente más pesadas, afectaron negativamente a la resistencia muscular del corredor y también provocaron que muchas zapatillas carecieran de estabilidad. Esto llevó a los investigadores a inventar tecnologías que debían proteger y guiar el pie y el movimiento del corredor. Con el tiempo, las zapatillas se sobrecargaron tanto con tecnologías adicionales para proteger y apoyar al corredor, que provocó justo lo contrario. Para ser justos, las lesiones no pueden atribuirse únicamente a la elección incorrecta del calzado. Un factor muy ignorado es la predisposición natural del atleta, es decir, la forma en que está estructurada su anatomía. Y muchos tienden a ignorar la importancia de calentar adecuadamente. Saltarse el calentamiento, sobre todo cuando se aumenta el tempo, puede provocar lesiones graves.