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Ya no es una patata de sofá

Consejos de motivación para el entrenamiento
15 de septiembre de 2014
¿No puede molestarse? ¿Mal tiempo? ¿No tienes tiempo? Ahora ya no tendrás excusas para no correr o sudar en el gimnasio. Tenemos los consejos perfectos para que muevas el culo. Prometido. Estarás preparando tu bolsa de deporte en un abrir y cerrar de ojos.
1. Lleva tu bolsa de deporte al trabajo

Con la bolsa preparada al salir de la oficina, el camino al gimnasio es mucho más fácil.

Un truco sencillo para no saltarte la clase de gimnasia: llévate la ropa de entrenamiento a la oficina, si piensas hacer ejercicio después del trabajo. Evita ir antes a casa, ponerte cómodo en el sofá (aunque sea un ratito) o tomar un tentempié: volver a levantarte será mucho más difícil. Si no quieres dejar nada al azar, ponte el chándal y las zapatillas de deporte antes de salir del trabajo. ¡La vergüenza de ir directamente a casa con toda la ropa de entrenamiento no será tuya!

2. Aplica la regla de los diez segundos de fuerza de voluntad.

Aplica la regla de los diez segundos de fuerza de voluntad

Un hecho: una vez que ha empezado a hacer ejercicio, lo más probable es que no deje de hacerlo hasta que haya terminado su sesión del día. Eso significa que lo único que tienes que hacer es concentrarte en el principio del entrenamiento y dedicarle toda tu atención durante unos segundos.

Usa tu fuerza de voluntad para ponerte la ropa de deporte y subirte al coche. Una vez de camino al gimnasio, no te darás la vuelta y cumplirás tus planes de ejercicio.

3. Obtener el apoyo de un entrenador personal

Los entrenadores personales no harán el ejercicio por ti, pero pueden asegurarse de que lo haces bien y de forma constante.

Los entrenadores personales son una buena inversión, sobre todo para los principiantes, que no saben si están haciendo ejercicio correctamente. Además de ser grandes motivadores, los entrenadores personales nos ayudan a elaborar planes de entrenamiento y nutrición realistas. Cuando se trata de hacer ejercicio y perder peso, muchos buenos propósitos fracasan, porque esperamos demasiado de nosotros mismos al principio, hacemos ejercicio de forma incorrecta o no sabemos qué entrenamiento es el adecuado para nosotros. Contar con orientación puede ayudarnos a ponernos en marcha.

4. Busca el ejercicio adecuado para ti

La mejor respuesta a la pregunta “¿Por qué haces ejercicio?” es ¡porque lo disfrutas mucho! Suena bien, ¿verdad? Pues sal ahí fuera y hazlo. 

¿Por qué te saltabas las clases de violín y odiabas las de ballet cuando eras niño? Tal vez hubiera preferido tomar clases de piano o despreciara el tutú rosa. El resultado: el violín y el tutú acabaron guardados en una caja. Para muchos de nosotros, la situación no ha cambiado realmente con el tiempo, con la única excepción de que hoy en día la presión procede de nosotros mismos. ¿Por qué obligarnos a hacer footing, si en realidad lo odiamos? ¿Sólo porque parece que a todo el mundo le gusta correr? No tiene sentido. Quizá te motive mucho más nadar, patinar, montar en bici o apuntarte a una clase de aeróbic. Encontrar el entrenamiento adecuado puede llevar algún tiempo, pero merece la pena. En primer lugar, tienes que averiguar si quieres hacer ejercicio en interiores o al aire libre, solo o en grupo, si quieres acción o prefieres la calma. ¿Aún no tienes ni idea? ¿Qué tal unas cuantas pruebas en el gimnasio? La mayoría tienen programas variados. Sea curioso y esté dispuesto a experimentar. Una vez que hayas encontrado tu tipo de entrenamiento, ya no necesitarás una razón para obligarte a salir y hacerlo.

5. Piensa en las buenas sensaciones posteriores

¡Lo has conseguido! No importa lo duro, sudoroso y agotador que haya sido tu entrenamiento, nada puede reemplazar la sensación posterior.

Si salimos a correr a pesar de la lluvia o nos arrastramos fuera de la cama para ir a clase de Pilates los domingos por la mañana, nos sentimos el doble de bien después. No es sólo saber que hemos hecho algo por nosotros mismos y por nuestro cuerpo, sino la idea de haber vencido a nuestro teleadicto interior lo que nos hace felices. Recuerda esta sensación la próxima vez que sufras una falta aguda de motivación. Una cosa más: torturarnos en la bici elíptica durante una hora supera el descontento con nosotros mismos por haber pasado nuestro tiempo libre frente al televisor.

6. Vence al teleadicto que llevas dentro

Todos tenemos esa voz en la cabeza que intenta disuadirnos de hacer ejercicio. Si aprendemos a vencer al teleadicto que llevamos dentro, nos resultará mucho más fácil mantener una rutina de ejercicios.

Prestar mucha atención a nuestros pensamientos puede ayudarnos a superar el teleadicto que llevamos dentro. Antes de hacer ejercicio, todos tenemos pensamientos como “Oh, tío, hoy no me apetece nada salir a correr. Prefiero quedarme en casa viendo la tele. Ya iré la semana que viene”. Aprende a ponerte un alto mental y lleva tus pensamientos a un nivel consciente. Cuando surjan estos pensamientos, di “alto” en voz alta. Así interrumpirás el hilo de tus pensamientos y podrás centrarte en otra cosa.

La próxima vez que tu mente quiera engañarte para que te quedes en el sofá viendo la tele y dejes el entrenamiento para la semana que viene, dile: “Eh, STOP. La última vez utilicé esta excusa y me decepcioné mucho conmigo mismo”.”

Pregúntate qué quieres realmente y pon tus verdaderos objetivos ante tus ojos. Esto te ayudará a centrarte en lo esencial. Dejarás de buscar excusas y reforzarás tu fuerza de voluntad tomando una decisión consciente respecto a tus sueños. Esta es la posición que necesitas para pasar a la acción.

Enfréntate a tus pensamientos de forma deliberada directamente antes de hacer ejercicio. Con el tiempo aprenderás a ignorar esta seductora voz interior.

7. No pierda de vista sus objetivos

Fíjese objetivos concretos y recuérdese constantemente sus fechas de ejercicio.

Muchos proyectos de pérdida de peso fracasan por falta de objetivos claros. Sea específico en sus planes. En lugar de decir: “Quiero perder peso”, dígase: “Quiero bajar ocho kilos en dos meses” o “Llevaré mi vestido favorito en la boda de mi amiga”. Cuanto más precisos sean tus planes, mejor. Otro gran motivador: busca una foto tuya de tiempos pasados (de adelgazamiento) que te guste mucho, pégala en la nevera y considérala un obstáculo más para llegar a esa tarta de chocolate que hay detrás de la puerta. Empapa tu casa de notas que te recuerden que tienes que hacer ejercicio o cuelga una lista de las clases del gimnasio donde puedas verla todos los días. Un dato: tropezarte con constantes recordatorios que tienen que ver con el deporte hará que te resulte muy difícil no hacer ejercicio.

8. Comparta sus planes

Comenta tus objetivos de entrenamiento con personas que tengan planes similares o que ya los hayan alcanzado.

¿Tu colega te acaba de contar que se está preparando para una media maratón? ¿Tu amiga está probando un nuevo estudio de yoga? Muy bien, ¡escucha lo que tienen que decirte! Hablar con otras personas sobre nuestras experiencias con el ejercicio puede animarnos a probar algo nuevo o a intensificar nuestras actividades deportivas.

9. Documente sus progresos

Querido diario... No, en serio: cada noche anota lo que has hecho, conseguido, superado o tenido éxito ese día en términos de deporte y/o nutrición, tanto las partes buenas como las no tan buenas.

Anotar cómo y durante cuánto tiempo hemos hecho ejercicio cada día nos ayuda a controlar nuestros progresos durante un largo periodo de tiempo y es una gran fuente de motivación. ¿Por qué? Al escribir nos damos cuenta de todo lo que hemos conseguido. Eso nos enorgullece y nos impulsa a ser mejores.

10. Regálate la última equipación de PUMA

Olvídate de los pantalones anchos y las camisetas desteñidas. A partir de hoy, haz ejercicio solo con ropa deportiva PUMA que te haga sentir bien por todas partes.

Hacer flexiones de bíceps frente al espejo gigante del gimnasio no es divertido a menos que te veas bien. Para tu próxima sesión de ejercicio, elige un nuevo conjunto PUMA que sea funcional y te siente realmente bien. Ya verás: el gimnasio será mucho más divertido y estarás motivado para ir más a menudo. La razón es sencilla: cuando compramos un jersey bonito o unas zapatillas chulas queremos ponérnoslos inmediatamente, ¿verdad? La ropa deportiva no es una excepción. ¿Dónde nos la ponemos? En el gimnasio, ¡por supuesto!

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